Por Jonathan Planchart
«El populismo de AD, Copei y los factores de izquierda que hicieron vida política en el país le hizo mucho daño a la sociedad; los estériles debates presidenciales no devenían en nada bueno…»
La frase “Venezuela es el mejor país del mundo” no sé quién la habrá acuñado, pero de seguro la hemos oído, incluso la usó el candidato opositor en la más reciente campaña electoral. Se habla de las bellezas de Venezuela, entendiéndose por tal, además de sus mujeres, sus playas, el Ávila, la Gran Sabana, ciudades pintorescas como Maracaibo, lugares que parecen haberse detenido en el tiempo como la mayoría de los pueblos andinos, incluso obras arquitectónicas de las cuales enorgullecernos como el Puente Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo, la represa del Guri, el teatro Teresa Carreño, el Paseo Los Próceres y, otrora, la Autopista Caracas-La Guaira, conjuntamente con los teleféricos de Mérida (el más largo y alto del mundo) y el del Cerro El Ávila. Se habla también de “su gente”, que si es alegre, simpática, dicharachera.
Todo lo anterior es cierto. Pero también es cierto que Venezuela es una contradicción en sí misma. Lleva un karma en su ingeniería política desde incluso antes de su fundación, cuando los españoles en época de la colonia nunca elevaron a esta parte del mundo a algo más que una Capitanía General, un cuartel pues, cuando en México, por ejemplo, el Perú o incluso Colombia tenían la categoría de Virreinatos. Continuar leyendo «VENEZUELA, PAÍS DE CARICATURAS»