Por Luis Alonso Garcia
¿Cuesta tanto clasificar y reciclar la basura? Resulta tremendamente chocante que en estos tiempos existan rellenos sanitarios como el que actualmente sirve de basurero para la ciudad de Caracas, La Bonanza no deja de ser un sarcasmo de mal gusto.
Diariamente se tiran 4.000 toneladas de basura, es decir, desechos de todo tipo, orgánicos (residuos de alimentos principalmente, tales como conchas de naranja, de papas, cáscaras de huevos, sobras de comida tanto de origen animal como vegetal) e inorgánicos (plásticos, metales sobre todo aluminio, papel, cartón, vidrio, baterías, etc.). Todo se mezcla en bolsas plásticas de basura negra que no son precisamente de rápida oxo-biodegradación, terminan literalmente moliéndose en camiones de basura que no distinguen entre una y otra cosa, van a parar a una cosa que llaman “estación de transferencia Las Mayas”, y de ahí a su destino final al mencionado relleno sanitario “La Bonanza”.
Es increíble que nada de lo que ahí va a parar se aproveche, todo es basura. Mal clasificada, sin ningún tipo de control sanitario. Resulta algo inpensable para este atrasado gobierno, pensar en una política de clasificación de desechos y residuos sólidos, ¿Cómo se puede dar el lujo este país sin rumbo de no permitirse reciclar a escala latas de aluminio, envases de vidrio, papel y plásticos? ¿Cómo es que aquí se pierde la oportunidad de realizar abonos de gran calidad a partir de los residuos orgánicos? Urge políticas públicas en este sentido, no podemos seguir tirando la basura a vertederos, desaprovechando quizá un tesoro que lo único que trae, por mal manejo que se le da a la misma son malos olores, enfermedades y acumulación de montañas de porqueria, además de problemas de contaminación ambiental. ¿Y que va a ocurrir cuando colapse la vida útil del relleno? se debe plantear el problema de la ubicación hacia un terreno lo suficientemente grande y alejado de urbes y acuíferos, con sus respectivos sistemas de clasificación y procesamiento de ese tesoro que ahora solo genera putrefacción.
No cabe duda que la solución es clasificar la basura, usar a gran escala los residuos orgánicos para producir abono y reciclar lo demás. Un ciclo virtuoso que genera ahorro y minimiza el impacto ambiental del problema fitosanitario que acarrean esas cosas extrañas que llaman vertederos de basura y rellenos sanitarios, y que como todo en este país carece de voluntad politica para hacer las cosas bien.