Por Jonathan Planchart.
En Venezuela se viven tiempos sumamente delicados, la crisis de la escasez, la crisis del hampa, la crisis económica y la de servicios públicos (electricidad, basura y agua) cabalgan como los 4 jinetes del apocalipsis sobre tierra arrasada.
¿Cómo logró un país petrolero, que ha recibido la friolera de $1.000.000.000.000 en los últimos 2 lustros pasar de ser del Don Regalón del Caribe a la indigencia en apenas unos meses? Incluso antes de la baja del precio del barril petrolero, cuando éste aún se cotizaba alrededor de $100/barril, ya se percibían signos de que algo andaba mal: Empezó a escasear el café, luego el papel higienico, después la leche, los productos de aseo personal, pañales, compotas, aceite, harinas de maíz y de trigo, pastas, granos, empezaron a observarse las primeras colas para conseguir productos regulados, hasta llegar al desastre en que se ha convertido la Venezuela actual, donde no se consiguen alimentos tan esenciales como el arroz, leche o granos, y si a caso se llegasen a ver por casualidad hay hacer varias horas de cola o comprarlos varias veces su precio a revendedores callejeros.
Esta crisis, combinación de inflación con escasez pero también una crisis de valores, que se avizoraba en un horizonte que solo permitía disimular un barril petrolero a $100, se explica por lo siguiente:
1) Haber elegido como presidente un golpista convicto y confeso admirador de Fidel Castro con ideas socialistas.
2) Haberle otorgado todos los poderes en una Constituyente que arrasó con el Antiguo Estado.
3) Haberle permitido modificar la Carta Magna, para, entre otras cosas, aumentar el período presidencial y permitir la reelección indefinida.
4) Haber impedido, en esa misma Carta Magna, que los partidos puedan ser financiados por el estado.
5) Haberle permitido el cierre de medios de comunicación. Implementación de autocensura en grandes medios.
6) Haber permitido un uso abusivo de las expropiaciones por parte del estado de empresas, fincas, terrenos, hoteles como parte de la prédica socialista del control de los medios de producción.
7) Haber permitido un control de cambios que genera corrupción.
8) Haber permitido un control de precios que genera desabastecimiento.
9) Haber permitido un culto a la personalidad e imagen presidencial.
10) Haber permitido una guerra al sector privado de la economía.
11) Y para colmo haber elegido a un presidente incapaz por recomendación de quién generó todo este desastre.
Es de esperar que los pueblos aprendan del caso venezolano, sobre todo de lo que no se debe hacer pues, quebrar un país petrolero no es fácil, y sin embargo los socialistas lo lograron.
En otras ocasiones el país ha transitado crisis, más coyunturales, como la del Viernes Negro de 1.983 o en el llamado Caracazo de 1.989, o la Crisis Bancaria de 1.994, sin embargo esta vez es más estructural, mientras hubo dólares para regalar se fue cercando el aparato productivo al punto que el país no puede autoabastecerse de alimentos y tiene que recurrir a las importaciones para satisfacer la demanda, pero ahora no hay dólares suficientes, y ya suponemos lo que pasa cuando los bienes son escasos y su precio se dispara.
Por esa sencilla razón los comunistas son peligrosos, no entienden de economía, y en su atrofiada idea de creer que pueden controlarla desde una oficina ministerial, crean las condiciones para la liquidación de las sociedades, no otra cosa pasó en la U.R.S.S., Cuba, Corea del Norte, Polonia, Checoslovaquia, Rumania, la antigua Yugoslavia y demás naciones detrás de la Cortina de Hierro.
Las recetas con mucho marxismo siempre fracasan, entre otras cosas, porque al limitar la libertad económica y desvirtuar o minimizar el concepto de propiedad privada, el individuo, en aras de un supuesto beneficio social o común, pierde lo más sagrado que puede tener un ser humano después de la vida y sus seres queridos, como es la Libertad, así con mayúscula. Al serle conculcada la libertad económica y la libertad que otorga el reconocimiento por parte del estado de lo que es percibido como obvio, lo que es de uno, lo que uno compró con su esfuerzo o heredó legítimamente, la propiedad, privada se entiende, de tu casa, terreno, empresa, comercio, fábrica, finca, parcela, entonces el ser humano deja de ser libre y se convierte en un siervo del estado, sin mayores derechos ni aspiraciones, por eso, casi todos los experimentos de corte socialista, comunista, en fin, marxista, terminan en los mismo: Gobiernos prepotentes y autoritarios que impiden a cualquier costa su relevo del poder por vías democráticas (pacíficas, electorales, constitucionales), ciudadanos que literalmente huyen de estos países (balseros cubanos, gente que intentaba cruzar el Muro de Berlín y perdía la vida en el intento -los venezolanos que se han ido a vivir a otros países no son la excepción a la regla-, colas para comprar comida, sistemas de racionamiento, corrupción, inflación, dinero sin valor, cerco a la libertad de expresión, en fin, nada nuevo.
A modo de recordatorio, la mayoría de estos líderes comunistas y sus regímenes terminaron mal; recordemos el caso de Nicolás Ceaucescu en Rumania, Slobodan Milosevic en la ex Yugoslavia, Salvador Allende en Chile; recordemos cómo se derrumbó literalmente la U.R.S.S. Quizá Cuba y Corea del Norte sean la excepción, quién sabe hasta cuando, en el sentido que aún continúan dichos regímenes oprobiosos, y China se las ha ingeniado para sobrevivir el partido comunista dentro de un esquema de economía de mercado. De resto, nada que decir. Oremos por España, que podía estar a punto de aplicar la receta.
jonathanplanchart@dialogopolitico.net