Por Mariale Rodríguez Mikelson
De unas elecciones municipales se plantean dificultades para poder interpretar los resultados, ya que a diferencia de unas elecciones presidenciales, no se ve a simple vista un ganador; con lo cual se deben analizar desde varias ópticas, mas en el caso particular de las pasadas elecciones municipales del 8D.
La primera de ellas, respecto de la cantidad o número de alcaldías obtenidas, tenemos que en las anteriores elecciones municipales del 2008, con el titán Hugo Chávez en vida y sin un líder consolidado como lo es Henrique Capriles, el gobierno tenía el control de 280 municipalidades; luego de los resultados del pasado 8 de diciembre, el partido de gobierno pasa a tener el control de 255, 35 alcaldías menos que en las anteriores elecciones; mientras la oposición aglutinada en la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) triunfó en 75 municipios, lo que supone un incremento de 33,9%, frente a las 56 que ostentaba desde hace cuatro años; es decir, que a pesar de que la MUD, alternativa al Gobierno, no haya conseguido al mayoría, en número de las alcaldías, logró disminuir, en porcentaje, las dominadas por el Gobierno.
La segunda, se encuentra referida a la importancia de las alcaldías obtenidas, en este plano se analiza el tamaño de los municipios obtenidos en relación con el peso demográfico y el peso político de los mismos; así tenemos que la MUD, como alternativa al Gobierno, se ha consolidado en 7 de las 10 capitales de Estado más importantes del país –Barinas, Carabobo, Lara, Táchira, Nueva Esparta, Zulia y la Alcaldía Metropolitana de Caracas; recuperando 3 alcaldías relevantes y estratégicas –Valencia, Barquisimeto y Maturín-. Lo más relevante es que la MUD, en el día de la “Lealtad Suprema al Comandante Chávez”, le arrebata al oficialismo la cuna de éste, Barinas, lo que representa un duro golpe al Gobierno. Es importante destacar que el número de alcaldías no es directamente proporcional al número de votos, ya que un alcalde en una ciudad principal necesita muchos más votos que un alcalde de un municipio pequeño. Con estos resultados el Gobierno sigue teniendo la fuerza en zonas rurales; mientras que la alternativa democrática, como me gusta llamarle a la oposición, sigue avanzando y creciendo en las zonas urbanas, incluso podríamos hablar de un proceso de “ruralización del proyecto bolivariano”
El tercer y último plano es relativo a los votos absolutos obtenidos, esto por el carácter nacional y plebiscitario que se le dieron a estos comicios; los resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE) revelan que el PSUV y sus aliados recibieron la mayor cantidad de votos al registrar 5.213.190 sufragios a su favor, es decir, 48,69% de los 11.120.603 escrutados con 98,61% de las actas recibidas. A su vez, la oposición y aliados fue votada por 4.374.910 electores (39,34%), mientras la disidencia del oficialismo alcanzó 561.723 (5,05%) y la de la oposición 274.634 (2,47%). El resto de los sufragios fueron obtenidos por otros partidos políticos, los cuales totalizaron 283.169 votos (2,55%) y los sufragios nulos que se registraron fueron 412.977 (3,77%). En este caso el Gobierno obtiene el triunfo, según los resultados nacionales anunciados por la presidenta del Poder Electoral; sin embargo, si solo se considera el voto total recibido en las tarjetas del PSUV y de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la diferencia es de apenas 332.395 votos. Una vez más, tal y como ocurrió en las elecciones del 14A, el PSUV le debe su triunfo al aporte de sus aliados, beneficiándose con 526.859 votos válidos que llegaron al llamado Gran Polo Patriótico.
Aunque ambos bloques pierden votación con relación a las elecciones presidenciales del 14A; si la comparación se hace con las elecciones regionales del 16 de diciembre de 2012, el escenario es distinto; ya que en esa oportunidad la alternativa democrática (MUD) tuvo 3.823.024 votos, lo que se traduce en un crecimiento de casi 700.000 votos en un año.
Además de estos 3 planos, es menester tomar en consideración dos datos, como lo son la participación y el número de votos nulos, respecto de los últimos el porcentaje de votos nulos alcanzó casi el 4%, dato a analizar con lupa y detenimiento. Con respecto a la participación, si bien es cierto que es baja si la comparamos con la participación de las pasadas elecciones del 14A; no menos cierto es que las elecciones que no son de carácter nacional suelen tener índices de participación inferiores al resto; así tenemos que si comparamos la participación de las pasadas elecciones regionales del 16 de diciembre de 2012 con las recientes municipales del 8 de diciembre, tenemos que hubo un incremento en la participación; el 16D fue del 53,94%, mientras que el pasado domingo las elecciones municipales tuvieron mayor receptividad, con una participación del 58,92%.
A pesar de todos estos datos analizados, considero que la lectura que se le debe dar es que más del 40% de la población activa para votar, ni se preocupó en hacerlo y que la que lo hizo, escogió a partes iguales uno u otro bando, por una u otra tendencia; acentuando, aún más, la polarización que se vive en Venezuela; concluyendo que para lograr cambios profundos en el país se requiere de paciencia y perseverancia, y así como menciono al inicio de estas humildes letras, resulta complicado dar a un ganador a simple vista, ya que son varios los factores que debemos tomar en consideración para analizar estas elecciones; de nuestra parte queda en ver, el vaso medio lleno o medio vacío; como bien expresó Ramón Guillermo Aveledo “una cosa es ganar y otra gobernar”.
IMPORTANTE: algunos de los datos suministrados no son estáticos porque en la medida que el CNE va anunciando las alcaldías que faltan varían un poco, más no de forma determinante.
@marialemikelson