Por Jonathan Planchart L.
En Venezuela hemos tenido inflación, esto es, en palabras simples, aumentos sostenidos en los precios de los bienes y servicios de manera constante y a niveles preocupantes desde hace al menos 32 años. Hasta 1.983, los precios eran relativamente estables. ¿Qué pasó?
El viernes 18 de febrero de 1.983 en el gobierno del socialcristiano Luis Herrera Campins se decidió devaluar la moneda nacional frente al dólar norteamericano, hasta ese momento el otrora fuerte Bolívar. Las razones de esta decisión nunca serán del todo claras.
El país, malacostumbrado a los vaivenes del precio del barril de petróleo, gobernado por socialdemócratas y socialcristianos desde 1.958, momento en que cae la última dictadura militar y, hasta ese momento, feudo de gobiernos militares desde su independencia con contadas excepciones, fue víctima de administraciones con poco sentido de responsabilidad. Si bien es innegable que durante los primeros 20 años de gobiernos civiles la nación mostró notables avances en muchas áreas: Salud, Educación, Infraestructura, Vías de Comunicación, etc., todo ello fue apoyado en el precio del barril petrolero. Simplemente se hacía un estimado del precio del barril para el año entrante y ahí se tomaban los ingresos a ser gastados en la Ley de Presupuesto. El presupuesto daba para lo que diera el precio del petróleo. Nadie pagaba impuestos. Si el precio del barril se cotizaba por encima del presupuesto empezaba la borrachera de dólares, se gastaba más de lo que entraba, se contrataban empréstitos, aumentaba la corrupción administrativa. Esto sucedió sobre todo en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Cual paciente bipolar, cuando el barril se cotizaba por debajo de los precios presupuestados, empezaba la depresión. Había que conseguir dinero así sea debajo de las piedras para poder cumplir los compromisos con los empleados públicos, que son demasiados a la vez que una carga pesada para el estado. Esa necesidad llevó al gobierno a que por primera vez en más de 3 lustros, haya habido necesidad de devaluar la moneda para así conseguir más recursos con qué atender estas necesidades. No se optó por subir la alícuota del Impuesto Sobre La Renta o aumentar el precio de la gasolina o implementar alguno que otro nuevo impuesto, no, la solución más simple fue, ante una caída pronunciada de los precios petroleros, devaluar e implementar un control de cambio. Dicha fórmula produjo una inflación tan perversa, en un país en que casi todo es importado, difícil de manejar.
El segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez buscó corregir esa situación y lo defenestraron. 30 años después del viernes negro seguimos aplicando la receta que 10 años atrás retomó Hugo Chávez de Luis Herrera, control de cambio con devaluaciones periódicas de la moneda, con la diferencia que hoy día existen impuestos que antes no existían, como el Impuesto al Valor Agregado y la recaudación fiscal es mucho más eficaz. Si el gobierno necesita más bolívares para atender el gasto público, ¿No es más sencillo aumentar la gasolina? Actualmente en Venezuela se expende la gasolina más barata del planeta. Llenar un tanque de 60 litros de una camioneta costosa de BsF. 1.000.000 cuesta tan solo BsF 5. Un precio verdaderamente irrisorio tomando en cuenta que una gaseosa de 300 cc cuesta más de BsF 15 y una botella de agua mineral igualmente de 300 cc se vende en BsF 8. ¿Por qué esta distorsión? ¿Cuánto gana el gobierno devaluando y cuánto si ajusta el precio de la gasolina? Hagamos 2 ejemplos:
En Venezuela se producen alrededor de 2.500.000 barriles de petróleo crudo al día en el extranjero, de los cuales hay que restar los 400.000 que van a China que ya fueron pagados, unos 100.000 que van a Cuba, otros 100.000 que van subsidiados a los países firmantes del convenció de Petrocaribe y unos 700.000 que van al consumo interno. De donde tenemos que solo vendemos contante y sonante 1.200.000 a los EE.UU. que al fin de cuentas según los expertos en la materia es el único cliente que paga. Esto es, el estado factura 1.200.000 barriles por 100 $/barril alrededor de 120.000.000 de dólares diarios, unos 43.200.000.000 de dólares al año. ¿Mucho dinero, verdad? Pues, para un país como Venezuela, parece que no lo es tanto. Esos 120.000.000 de dólares convertidos a bolívares a tasa oficial antes de la devaluación dan unos 516.000.000 de bolívares fuertes. La devaluación oficial fue de 4,3 BsF/$ a 6,30 BsF/$ por lo que, calculando esos ingresos a 6,30 nos da unos 756.000.000 de bolívares fuertes, unos 240.000.000 bolívares fuertes “extras” luego de la devaluación, lo que quiere decir que esa era la demanda de bolívares que requería la nación antes de la devaluación.
Ahora bien, ¿Qué tal si en vez de devaluar se hubiese subido (ajustado) el precio de la gasolina que en este país se vende a pérdida? El consumo interno de gasolina es de unos 330.000 barriles diarios, hay que señalar que si cada barril tiene un promedio de 159 litros, entonces en Venezuela se consumen (venden) un total de 52.470.000 litros de gasolina, que vendidos a un precio promedio de 0.08 BsF/litro, tenemos que la recaudación es de aproximadamente 4.372.500 BsF/diarios. Ahora bien, qué pasa si ese litro de gasolina lo llevamos a precios que, sin ser internacionales, permitan cubrir los costos y generar un pequeño margen de ganancia de forma tal que pueda subsidiarse el transporte público y de mercancías puesto que la mayoría de esa gasolina se va en vehículos particulares? Habría que hacer estudios económicos, por supuesto, pero a medida que se devalúa la moneda en esa misma medida debe ajustarse el precio de la gasolina, como el de casi todo en Venezuela. Una buena medida sería compararlo con un combo Mc Donald’s. ¿Cuánto cuesta un combo Big Mac en Venezuela? Unos BsF 120. ¿Es justo que llenar un tanque de un vehículos cueste menos que un combo Mc Donald’s? Yo creo que no. Eso quiere decir que habría que llevar el costo del llenado de un tanque de gasolina al menos al costo de un almuerzo en una cadena de comida rápida promedio. De BsF. 5 a BsF. 120 implica un ajuste del 2.400% o lo que es lo mismo, multiplicar por 24 el actual precio. Eso no implica sino que los conductores de vehículos particulares, en vez que les regalen el producto ahora tendrán que pagar un precio todavía muy accesible comparativamente hablando y tratándose además de un bien escaso y altamente contaminante que no se debe regalar. Entonces tenemos que con un precio acorde el estado recaudaría unos no nos 0.08 BsF/litro sino 2 BsF/litro, de modo que la recaudación sería de unos BsF. 104.940.000 diarios, significativamente superior a los 4.372.500 BsF/diarios recaudados antes del ajuste, unos 100.000.000 bolivares fuertes más. Aún nos faltan 140.000.000 para llegar a los 240.000.000 que necesita el gobierno antes de la devaluación. Si en vez de 2 costara 4 BsF/litro un tanque de 60 litros (una camioneta grande) costaría 240 BsF. mientras que llenar el tanque de un carro mediano (40 litros) costaría unos 160 litros. Me sigue pareciendo justo. Si ese fuese el precio, el estado recaudara unos 209.880.000 bolívares fuertes diarios. Supongamos que en vez de 4 sean 5 BsF el costo por litro de la gasolina, llenar el tanque de la camioneta costaría 300 y el carro 200 BsF. Siguen siendo números manejables por cualquier ciudadano que tenga vehículo particular. Pues bien, a este precio el estado recaudaría unos 262.350.000 bolívares fuertes diarios. Esta decisión habría hecho innecesaria la devaluación.
Ahora bien, qué es preferible, ¿Devaluar o ajustar el precio de la gasolina? En mi criterio ajustar el precio de la gasolina, como dije, es un bien escaso, costoso, altamente contaminante, responsable del aumento de gases que provocan efecto invernadero, no puede regalarse así como se hace en Venezuela. Por otro lado, devaluar es un crimen, más aún en un país que depende tanto de las importaciones, y su efecto más inmediato es el aumento de la inflación lo que conlleva al gobierno a realizar más ajustes en los salarios con lo cual volvemos otra vez al punto inicial de necesidad de obtener nuevamente más bolívares para cubrir el gasto público, a la vez que el exceso de circulante, si no hay una buena oferta de bienes y servicios presionan más aún a la inflación y el tipo de cambio se vuelve a abaratar. Un círculo perverso e interminable que no superaremos los venezolanos mientras no haya decisiones serias y sensatas a nivel económico en el alto gobierno.
jonathanplanchart@dialogopolitico.net
Muy bien la matemática, pero faltó calcular el impacto del incremento en los productos que ya no es tan matemática, porque para subir precios en Venezuela por cualquier quítame esa paja, somos expertos. Con ese coctel tan explosivo, Dios nos libre, ampare y favorezca, regresaríamos a la época de, se vende televisor con máquina de escribir o a las noches de parrilla con cocina nueva y cuantas cosas inútiles productos del saqueo. Todavía faltan muchas devaluaciones para que comprendamos que una de las salidas, asumiendo cero corrupción, es el ajuste de gasolina, el ponerle el pecho, apretarse los cinturones, echarle pichón rolo a rolo y tolete a tolete como dijo el rey del chiripero y sembrar el campo más que las ciudades.
Y para más demostración que este sarao nos gusta, el 8D infiero volverán a ganar los rojo rojitos, prueba inefable que a mi Venezuela le gusta el camino. Y si logran sacar los muertos del padrón electoral la victoria será más limpia.
Rumildo, Rumildo, como que somos todos.
Ya la devaluación forma parte del folklore, sino pregúntele a María Bolívar o a CAP, en el infierno, que por qué decía «La inflación es un fenómeno mundial» hace años.
Don Anonimo, dejemos las ironias a un lado. En Venezuela la gasolina se derrocha, así de sencillo. No se le da el justo valor a un bien escaso, costoso y altamaente contaminante, responsable del efecto invernadero. El gobierno chavista ha tenido históricamente una política errada de no tocar el precio de la gasolina. A pesar que en 15 años desde que la revolución «bolivariana» llegó al poder ha habido una inflación sostenida entre 15 a 30 por ciento anual (un diario costaba Bs 400 y actualmente el mismo diario cuestan BsF 8 o lo que hubiese sido 8.000 bolívares antiguos, 20 veces más de incremento, 2.000 % de inflación en ese rubro, por tan solo poner un ejemplo) el único producto que no ha ajustado el precio por inflación es la gasolina, que se sigue vendiendo a precios de 1.998 que ya de por sí eran baratos. Si leyó bien el artículo se señala claramente que debe haber un subsidio al transporte público y de mercancías. El actual subsidio del gobierno solo favorece a los que más tienen, a los propietarios de vehículos particulares, muchos de ellos costosos. Absurdo ver un tipo en camisa roja conduciendo una camionete fortuner nueva que aquí pasa el millón de bolívares fuertes pagando el tanque con un billete de 5. Absurdo.
Estimado Jonathan
En mi comentario no hay burla fina ni disimulada, mucho menos tono burlón.
Absolutamente todos los soportes utilizados pertenecen al acervo histórico de la Nación incluyendo a Rumildo, chiripero, tolete a tolete y María Bolívar.
Sin ánimo de quitarle valor académico a su artículo quiero referirme puntualmente a:
1. No entiendo muy bien lo de justo valor a la gasolina, ya que subiéndole el precio no se va a eliminar su característica altamente contaminante y responsable del efecto invernadero, como usted dice en respuesta a mi comentario.
2. En 1968 el dólar se cotizaba a bs. 4.3 y cuando Chávez asumió como Presidente estaba alrededor de bs.565, nada menos que se había multiplicado por 131 en la cuarta república.
3. En la quinta república ha pasado de 565 a 6300, por tanto se ha multiplicado por 11, pero considerando el paralelo (en este momento a 32510) la multiplicación será por 57. Como usted verá si de multiplicaciones se trata la cuarta nos lleva una morena (en estricto lenguaje coloquial, sin nada de ironía).
4. Habla usted de subsidio al transporte público y de mercancías. Esa es una de las más grandes errores cundo se trata de fomentar la eficiencia, simplenete le voy a poner un ejemplo: En Ecuador un taxi cuesta $20000, se tanquea con $25, y la carrera básica cuesta $ 1. En Venezuela se tanquea con $ 0.5, el taxi cuesta $20000 (bueno, cuando lo consigue) y la carrera cuesta bs. 50-80, saque usted la cuenta.
5. Cuando se trata de economías estigmatizando a quienes visten camisas rojas, no se es reamente objetivo.
6. El manejo de la inflación debe ir confrontada con el aumento de sueldos. Ese 2.000 % de inflación que usted comenta, no me cuadra por ninguna parte. Por ejemplo en el año 1976 una Land Cruiser full equipo (machito le decían) costaba $33000 y el sueldo de un profesor universitario era de 2500 por tanto el precio del carro de marras equivalía a 13.2 sueldos mensuales. En este momento, según usted un carro cuesta 1 millón y un profe con categoría similar a la del ejemplo gana como 15200 (último aprobado en julio 2013) lo que equivale a 65.78 sueldos mensuales. Si divide las dos equivalencias da una relación inflacionaria de 5 o sea 500 %. Si la inflación es como dice usted es de 2000%, ya estaríamos por el camino empedrado al cielo. Obviamente son extremos que a la hora de calcular inflaciones reales es preciso tomar en cuenta.
Pero tomando como base que la voz del pueblo es la voz de Dios no cree usted que si los rojos rojitos han ganado es porque les gusta el sistema. y quiénes somos nosotros para convencerlos de lo contrario. En Venezuela hasta ahora no se han presentado denuncias contundentes de fraude, ni siquiera de cuando los tiempos de organizaciones como Súmate. Y no me vaya a confundir con un rojito, o amarillito. Simplemente soy objetivo a veces con un estilo que es posible que a mi edad no sea tan bien aceptado. Vivo a miles de kilómetros y a muchas fronteras de Venezuela, coincidiendo con compatriotas que de la vida han hecho una ensarta de tristezas, unos de taxistas, otros en chatarreras humanas, otros avanti y unos cuanta que han tirado la toalla, para trabajar en su tierra «en lo que haiga» porque en el ida y vuelta se les acabó todo y allá tienen Patria. Aquí en nuestros grupos hablando de economía, inflación, cómo sacar los pocos bolívares por verdes caminos, mientras compartimos una arepa con diablito que por estas tierras se consiguen hasta por internet como ejemplo de paradoja bestial, mientras vemos, por lo poco de tele que nos queda como nuestro futuro se debate entre mardos, calderas, el 99, carreños, dávilas, guanipas, rosales, escarrás buenos y malos, villegas y globovisiones. Nosotros aquí somos otra estirpe quizá una más que nunca vuelva porque no podemos castigar a nuestros hijos con aquello del timbo al tambo y porque ya quemamos las naves, vendiendo nuestras casas venezolanas para comprarnos en este destino algo que nos de techo. Tuvimos una cuarta con muchos defectos y pusimos en el gobierno, de la quinta, a un idealista que mientras ordenaba echar gas del bueno fue magnánimo con los suyos y a unos cuantos los convirtió en otra burguesía, mientras el pueblo grita a rabiar y aplaude. No quiero estar, como cuando el caracazo, en medio del peo mientras desaforados corrían a mi lado cargando en un brazo un muslo de ternero y en el otro un caucho para un desconocido carro; pero también quiero equivocarme. Las fronteras son unos ridículos puntos y rayas, como decía Nazoa, pero todavía pegan y provocan tristezas.
Solamente quiero decirte, Jonathan, que tu artículo fue escrito para venezolanos que viven en Venezuela sobre todo, porque los extra fronteras como que tenemos una óptica diametral y si se quiere derechos, a veces por allá no apreciados. Publico a nivel mundial y local y también llevo más palos que cucharón de chichero, porque a no todos les caigo bien, pero no quier conjugar el mismo verbo, porque si ese pasare estaría sobrando.
Un abrazo Jonathan. Sus artículas me activan las neuronas y debo documentarme para criticarle aunque sea con media altura.
Buen camino