Por Jonathan Planchart Lehrmann
Breves comentarios sobre el octubre que se avecina, en medio de un escenario que parece de ciencia ficción.
Este era el nombre de un submarino soviético en la película de 1.990 “Caza al Octubre Rojo” de John Mc Tiernan, que ponía en riesgo la paz mundial. En Venezuela, el mes de octubre tiene un especial significado que podría poner a prueba la paz no solo en el país sino en el resto de la región, por ser el mes en el que el árbitro electoral venezolano fijó la fecha de las elecciones presidenciales.
El panorama es de pre-conflicto, toda vez que están en juego muchos intereses, principalmente los del régimen cubano, que ven amenazado su régimen ante un posible triunfo de la oposición, pero también están en juego los intereses del narcotráfico internacional, las Farc, grupos radicales y un sistema corrompido hasta la médula, desde miembros activos de las Fuerzas Armadas hasta funcionarios públicos, jueces, fiscales, contratistas y una nueva clase, la boliburguesía enriquecida al amparo del poder, etc.
Hugo Chávez no está en condiciones de poder librar una batalla electoral, de hecho, no sabemos con certeza qué tan grave es la enfermedad que padece, lo que sí sabemos es que ante un panorama en el que el “´lider de la revolución” no pueda ser candidato, la oposición venezolana obtendría un triunfo seguro. Un posible triunfo electoral de la oposición pondría en grave riesgo el régimen cubano, toda vez que, si bien Henrique Capriles Radonski ha manifestado que va a continuar las relaciones diplomáticas con Cuba, la verdad es que las situaciones cambiarían, porque Venezuela dejaría de ser esa suerte de protectorado o satélite cubano en el que la han convertido. Esa idea, de un cambio de gobierno en Venezuela es preocupante para los Castro, porque de este gobierno depende la sobrevivencia y estabilidad económica de Cuba, al menos en el corto y mediano plazo. Por otro lado, dejaría de tener el control sobre el país petrolero. Eso, que tanto costó obtener a Fidel Castro, no es algo que estará dispuesto a perder así no más, de hecho, en Venezuela actualmente hay una suerte de “fuerza de ocupación” señalada en más de 60.000 cubanos, haciendo vida activa en áreas neurálgicas, como salud, identificación, extranjería, Fuerzas Armadas, registros, notarías, etc., según se ha denunciado hasta la saciedad por fuentes periodísticas. Existe una especie de simbiosis entre Cuba y Venezuela, por un lado, Cuba depende económicamente de Venezuela, y por el otro, Venezuela está atada políticamente a Cuba.
Por otro lado está el tema de los militares relacionados al “Cartel de los soles”, así llamado también por las fuentes periodísticas, y sus relaciones con el narcotráfico, la guerrilla colombiana, cuestión que ha sido puesta en evidencia con el caso Makled y el del ex magistrado Aponte Aponte, que no ha hecho más que corroborar en parte lo que ha sido constantemente señalado por periodistas de investigación, abogados y medios de prensa nacionales e internacionales. La guinda del pastel son las diversas denuncias ante la Corte Penal Internacional de La Haya y la Corte Interamericana de Derechos Humanos por violaciones a los derechos humanos acaecidos en este régimen, que complica aún más la presión sobre estos funcionarios y la ya de por sí delicada situación que vive la nación.
Hay demasiado dinero, poder y control político en juego. Los cubanos no están interesados en una transición abrupta. Hacia eso van pero poco a poco. Pero un cambio de régimen en Venezuela posiblemente significaría la debacle del régimen cubano. Por otro lado, presumiblemente los carteles del narcotráfico tampoco verían con buenos ojos otra administración distinta a la de la revolución, ni las Farc. Los militares señalados por narcotráfico y otros funcionarios en la lista del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos saben que la permanencia en el poder de la revolución es lo único que les garantizaría impunidad.
Más allá de esto, están las luchas internas dentro del partido de gobierno por ocupar el poder. Chávez es el único que puede amalgamar todos estos factores internos, por ello, razón tiene Santos cuando dice que Chávez es “garantía para la estabilidad en la región”.
¿Es posible pensar que ante un eventual triunfo de la oposición el 7 de octubre, nada pasará? Es decir, ¿Reconocerían todos estos factores en juego un más que posible triunfo de Henrique Capriles Radonski? Ahí está el detalle.
jonathanplanchart@dialogopolitico.net