Por Jonathan Planchart Lehrmann
Venezuela, un país sumergido en una profunda crisis, política, económica y moral, a pesar de ser uno de los mas ricos de la región.
Para un lector desprevenido, Venezuela es una nación que viene atravesando por una profunda crisis política desde hace varios años, mucho antes de las grandes marchas opositoras al gobierno de 2.001 y 2.002, antes del golpe de abril de ese año, vacío de poder o renuncia del Presidente de la República “la cual aceptó”, el Paro Petrolero de diciembre o la huelga general indefinida, antes de la Constituyente de 1.999, antes incluso de la llegada de Hugo Chávez y su revolución bonita al poder, mucho antes de la defenestración del ex presidente Carlos Andrés Pérez en 1.993, o de las asonadas militares del 4-F y 27-N de 1.992, quizá desde la insurrección popular del 27 y 29 de febrero de 1.989, comúnmente llamada el “Caracazo”, o tal vez desde el “Viernes Negro” de 1.983 que acabó con la buena vida del venezolano impuesta por el ex presidente Pérez a finales de los años 70’s, un período da falsa ilusión de bonanza que nos hizo creer en la Venezuela saudita, la Gran Venezuela; podríamos decir entonces que Venezuela vive en una permanente crisis al menos desde el Viernes Negro de 1.983, aquél infausto día en que el Presidente del Banco Central de Venezuela anunció el desanclaje de la divisa norteamericana, hasta ese momento de Bs. 4,30 por dólar.
Sin embargo, la raíz de esa crisis no estuvo en el Viernes Negro, contrariamente a los que muchos creen, se derivó de un hecho que parecía inevitable, de una decisión que tuvo un alto impacto político y económico en el país, la mal llamada nacionalización (En realidad Estatización) de la industria petrolera, que se produjo en 1.976 en el primero gobierno del presidente Pérez. Este hecho, inundó al país de petrodólares de una forma en que no estaba preparada, puesto que coincidió con una crisis en el medio oriente que impulsó los precios del barril a niveles nunca antes vistos.
Esta singular situación llevó al gobierno primero, a tener que pagar masivas indemnizaciones a las petroleras extranjeras para poder asumir el control de sus activos en el país, y a su vez la hemorragia de petrodólares lo llevó a emprender un conjunto de obras públicas (represas, industrias, carreteras, etc.) necesarias pero que obligó paradójicamente a endeudar a la República para poder ejecutarlas, la corrupción administrativa se disparó y luego de la borrachera de dólares fáciles vino lo “inesperado”, bajó al precio del barril, el nuevo gobierno socialcristiano no podía cumplir los compromisos adquiridos del gobierno socialdemócrata anterior, viéndose en la necesidad de devaluar el bolívar, hecho que originó la espiral inflacionaria que hasta la fecha ningún gobierno venezolano ha sabido controlar; luego, el siguiente gobierno decidió no corregir los problemas financieros de la nación, me refiero al gobierno del socialdemócrata Jaime Lusinchi y se dedicó a llegar al fin de su mandato con una Venezuela “en paz social” pero agobiada de problemas económicos, hechos de corrupción e inmoralidad; así vino CAP II, quien seguro de su capital político se apretó el cinturón y también el de los venezolanos con un plan económico recetado por el FMI y que resultaba de difícil comprensión e implementación para el grueso de los venezolanos, a quienes se les estaba pidiendo “demasiado”.
Sin el apoyo de su partido, Acción Democrática, rodeado de tecnócratas, del mal afamado IESA y Chicago boys, no advirtió las señales de lo que se venía: un estallido social y la conspiración militar que devino en las asonadas de 1.992; luego, no pudo concluir su mandato, vino un período de transición, elegimos a Caldera sin su partido COPEI, rodeado de grupúsculos de izquierda, el anciano gobernante indulta al golpista Hugo Chávez, quien se hace del poder en 1.999 ofreciendo acabar con las “cúpulas podridas”. Y llegamos a donde estamos hoy.
¿Hay alguna diferencia entre los 13 años de gobierno revolucionario con los 13 años anteriores que le precedieron? Es una pregunta difícil de contestar, pero por supuesto, sí las hay.
Para empezar, en términos de conflictividad social el gobierno actual ha sido un campeón a la hora de enfrentar los sectores de la población que lo apoyan con los que lo adversan. Eso antes no pasaba. El discurso de odio empezó desde el primer día de la llegada de la Revolución al poder. Ningún presidente anterior se dirigió jamás a la nación en los términos en que lo hace la Revolución y sus voceros.
En términos políticos, hay diferencias profundas. Hoy día tenemos un régimen que controla todos los poderes y que pretende instaurarse en el mismo a costa de lo que sea, que incluso ha amenazado en no entregar el poder de perder las elecciones, eso por un lado, por otro es un régimen que se ha codeado con líderes mal vistos a nivel internacional como el presidente de Irán, el depuesto líder de Libia, el derrocado presidente de Irak, los líderes cubanos, de Nicaragua, con una retórica antinorteamericana sin mayor sentido.
En términos económicos, el régimen se mantiene gracias a un precio del barril petrolero inusitadamente alto.
Pero es un gobierno que, a pesar que los anteriores que eran ineficientes y corruptos, sin embargo, el actual ha sido infinitamente superior en esta materia.
Si bien las calles, avenidas y autopistas en el país nunca han sido “envidiables”, en la actualidad se encuentran en un estado realmente ruinoso, como de abandono. La inseguridad y la falta de iluminación en las calles, ciudades y poblados del país es atroz, la infraestructura en general está por el piso, se va la luz, nunca antes se ha visto la proliferación de la miseria como ahora, el gobierno destruye el empleo y le ofrece a cambio transferencias disfrazadas de programas sociales llamadas “misiones”, con lo que se asegura el voto de las clases sociales más desposeídas con el chantaje de que si gana la oposición ésta suspenderá las misiones. Ni hablar de la inseguridad jurídica y el culto a la personalidad del Comandante de la Revolución.
Venezuela hoy día es, ciertamente, un país en ruinas, y de seguir esta revolución en el poder seguramente esta tendencia se mantendrá ya que el objetivo del gobierno no está en tener ciudadanos libres sino sumisos, para poder seguirlos controlando desde las alturas del poder. En este punto no es difícil avizorar nuevamente una gran crisis, de esas que marcan como el Viernes Negro, el Caracazo, las asonadas o una rebelión social. La historia es cíclica y nuestra crisis aún no ha concluido.
El régimen se encuentra en una encrucijada, sabe que ha cometido muchos excesos en estos años de revolución, sabe que lo único que les brinda impunidad es el poder y por lo tanto sabe también lo que les espera si fueran desalojados por los votos; aparte de la humillación quedarían a merced de las nuevas instituciones, se habla de convocar una Constituyente, como sea, les esperan juicios, aquí y en el extranjero, juicios que pueden terminar con incautación de bienes y cárcel en el peor de los casos, cacería de brujas, inhabilitaciones, porque el nuevo gobierno no es que se va a quedar con los brazos cruzados y echar tierrita como si nada; por lo tanto, para el gobierno es vital mantenerse en el poder, y para más de la mitad de los venezolanos es vital que el gobierno entregue el poder.
Ante esta situación, la cúpula gobernante, que no es tonta, ya empezó a dar sus primeras jugadas de ajedrez político, tal vez teledirigidas desde La Habana: Colocar a militares corruptos y comprometidos con el líder de la Revolución en puestos clave del gabinete y en el resto de los poderes, como el Parlamento, a un ex teniente señalado de corrupción como Presidente de la Asamblea Nacional, o a un general que dijo que no reconocería una victoria de la oposición, señalado además por organismos norteamericanos de estar incurso en actividades de narcotráfico, señalado por el presunto narcotraficante Walid Makled, preso en Venezuela, hoy silenciado su caso, señalado de ser “compinche” de las FARC nada menos que como Ministro de la Defensa, se espera otro militar de estas características en la Vice Presidencia, así como otro más en el Instituto Nacional de Tierras (INTI), institución santuario de etarras, por cierto; entonces, todo esto como para comprometer a los militares en caso de una posible derrota.
Por todas estas razones no hace falta tener la bola de cristal para advertir que la próxima y quizá última gran crisis de este curioso país, sea este próximo 7 de octubre de 2.012, día de las elecciones.
jonathanplanchart@dialogopolitico.net
Crisis política porque lamentablemente la oposición venezolana destruye sin medirse,que destroza a su misma patria,ya que esos grupos opositores se venden al mejor postor y solo están para enriquecerse debido a que así nacimos y así nos criaron. Pero Venezuela pudiera esta mejor si estos opositores en verdad quisieran la patria.
venezuela tiene q ser un pais muy bonito. la cual es nombre de mujer es su pais venezuela..
yo siempre he dicho que el sistema, comunismo, socialismo,y otro
similar nunca va funcionar,porque el humano son diferentes,uno
trabaja mas,otro menos ahí esta el problema….
creo que todos estamos ciegos y que no hay mejor ciego que el que ve sin ver