DERECHA E IZQUIERDA, ¿CON QUE SE COME?


 

Por Jonathan Planchart Lehrmann

Hace unos años, caminando por un centro comercial de la ciudad de Caracas, me encontré con un viejo amigo a quien tenía años sin ver; yo estaba estudiando Derecho mientras que él ya se había graduad de arquitecto, y luego de saludarnos y ponernos al día me preguntó, ¿Qué es eso de derecha e izquierda? ¿Con qué se come eso? La pregunta tenía sentido, eso ocurrió a mediados del año 2.000 y la verdad, no era tema común de conversación entre los jóvenes los discernimientos políticos sobre estos temas, luego de 40 años de partidocracia adeco-copeyana, el debate izquierda-derecha simplemente no era tema a considerar, puesto que la izquierda estuvo relegada al tercer plano político y todo era socialdemocracia y socialcristianismo, a la postre, ideologías de izquierda.

Pero la pregunta no dejaba de ser interesante, dado que hoy en día, todavía es difícil conceptualizar qué es una cosa y qué es otra. Para empezar, habría que decir que ni izquierda ni derecha es algo, es decir, ni es una ideología, ni es una tesis política y ni siquiera es un postulado social u económico, pero quienes dicen ser “de izquierda” inevitablemente terminan compartiendo visiones o sentimientos en común, igual quienes dicen ser “de derecha”.

Un simple esbozo a los valores de la izquierda podrían resumirse en que los grupos sociales o políticos que se identifican como tales, en teoría dicen defender los derechos y los intereses de los sectores menos favorecidos, económicamente hablando, de la población de una sociedad, esto es, los obreros, los desempleados, las amas de casa, los desposeídos, los trabajadores, los asalariados, en fin,  los pobres, los explotados por el gran capital o por el capitalista (y valga decir, el estado, que en última instancia es siempre el gran capitalista), justamente los sectores con que se identifica su opuesto, la derecha, o los que defienden los intereses de los sectores más privilegiados y elitescos de la sociedad, tales como los grandes industriales, empresarios, terratenientes, comerciantes y hasta políticos; en fin, una visión simplista del asunto definiría a ¿la izquierda como el sector político social que lucha por defender los derechos e intereses de los pobres mientras que la derecha defendería los de los ricos? Ahora bien, en este esquema, ¿A quién o a quiénes les tocaría defender entonces los derechos de la “clase media”, es decir, de los profesionales, técnicos, microempresarios, funcionarios públicos, pequeños y medianos comerciantes, productores, etc.? ¿Al centro político? He aquí una laguna.

Pero visto de otro modo, la izquierda política son las concepciones derivadas de las tesis de Marx esbozadas en su obra “Das Kapital” o El Capital, quien esbozó un conjunto de teorías político-sociales económico-filosóficas conocidas como marxismo, y que a grandes rasgos dieron origen a las ideologías políticas comunistas, socialistas y sus ramificaciones menos radicales como la socialdemocracia y el socialcristianismo, todas ellas con fundamento u origen en el marxismo. En contraposición, las concepciones políticas que se agrupan en la derecha política convergerían paradójicamente tanto el conservadurismo como liberalismo, vaya contradicción, y el capitalismo como doctrina económica.

Otro rasgo a tomar en cuenta es que mientras que en las doctrinas de izquierda miran de reojo (y en algunas como el comunismo la niegan) el concepto de propiedad privada, las doctrinas de derecha le otorgan a ésta el valor de derecho humano fundamental. Mientras la izquierda propugna la supremacía del estado, la derecha se lo niega, buscando reducirlo a la mínima expresión; mientras la izquierda defiende la economía centralizada y planificada, la derecha defiende lo contrario, libre mercado con la menor intervención posible del estado en la economía; mientras las tesis de izquierda defienden “lo social” o el bienestar social por encima del bienestar individual, la derecha contrapone al individuo como centro de su accionar político; en este punto, si bien el deber de todo gobierno es velar por el bien común de sus ciudadanos, no es menos cierto que es imposible pretender generar un bien común o bienestar social si no se satisfacen las necesidades individuales; para tener un colectivo feliz es necesario que cada miembro del colectivo lo sea; para mí, esta es una de las concepciones equivocadas de la izquierda, el pretender el bienestar social a costa del bienestar individual, lo que de por sí es también una contradicción.

Otra de las concepciones típicas de la izquierda es el tema trillado de la justa distribución de la riqueza o justicia social, ya que es típico de ciertas sociedades que la mayor parte del ingreso per cápita de una nación se quede en los estratos más altos mientras que el estrato más bajo que en términos estadísticos es superior proporcionalmente hablando al anterior, recibe una menor proporción de los ingresos de la nación, por lo que haría falta “redistribuir” mejor el ingreso para equilibrar la sociedad en términos económicos. Esta situación, que es una realidad en la gran mayoría de los países del globo, es también un mito en cuanto a la forma de abordarla para solucionarla. Las teorías de izquierda más radicales, proponen para solucionar esta injusticia social medidas tales como la negación del derecho de propiedad de los ciudadanos, expropiación o confiscación de empresas, fábricas y haciendas para dárselas a los trabajadores y campesinos, partiendo del principio de que en ausencia del derecho de propiedad se equilibraría la sociedad. El resultado de estas políticas por lo general es siempre: desempleo, inflación, más pobreza, hambre y miseria.

Cualquier sociedad que se precie tiene sus estratos: artistas, obreros, trabajadores, profesionales, técnicos, intelectuales, comerciantes y empresarios. Pretender igualar un industrial con un obrero es sencillamente condenar al fracaso a una sociedad. El empresario no sabe hacer el trabajo de un obrero así como el obrero no sabe hacer el trabajo de un empresario. En países como Cuba, donde se han aplicado a rajatabla las teorías comunistas, todo el mundo es un siervo del estado, que de paso es altamente improductivo, por lo que todo el mundo es pobre. Es un país que ha vivido de la caridad ajena durante 50 años.

Sin embargo, la cúpula en el poder goza de las más altas prebendas y privilegios. Igual situación se vivió durante el período que existió la Unión Soviética, Corea del Norte y los países comunistas de la Europa Oriental. En Venezuela, en pleno siglo XXI, se están ensayando tesis políticas fracasadas de este tipo, quitándoles a los ricos para darles a los pobres (en realidad en Venezuela se expropia y se confisca pero no para darles a los pobres sino para quedárselo el estado, a los pobres no se les entrega nada en propiedad).

Por otro lado, si hablamos de redistribución del ingreso, en países petroleros, como Venezuela, donde el estado recibe más del 80 % de sus divisas por exportaciones de petróleo generados por la empresa estatal de PDVSA, si éste (el estado) quisiera realmente redistribuirlos equitativamente entre la población pues, ¿Por qué entonces no le entrega una cuenta corriente o de ahorros a cada venezolano y le entrega una cuota-parte equivalente a cada uno de los 27 millones de venezolanos por igual? De ese modo, los ricos, la clase media y los pobres recibirían una proporción idéntica del recurso petrolero sin distinciones de ningún tipo, y como los pobres son más que los ricos, pues resultarían más favorecidos. Pero el inteligente gobierno socialista que tenemos en Venezuela no sólo niega a los venezolanos este derecho (que por demás tenemos) sino que les quita la propiedad a los ricos para no dárselas a los pobres y encima se queda con $ 60 de cada $ 100 que le ingresan al fisco nacional por concepto de venta de petróleo, ya que actualmente el presupuesto de la nación se sancionó tomando en cuenta un barril a $ 40 mientras que en la actualidad se vende a más de $ 100. ¿Redistribución de la riqueza? ¿Socialismo? ¿Justicia social?

Pretender una sociedad de iguales es, a mi modo de ver, una aberración; el ser humano es desigual, perteneceremos a una misma especie, el homo sapiens, pero somos desiguales, de hecho, no hay 2 seres humanos idénticos, salvo que sean gemelos, y con todo, piensan distinto. Por ello, la principal ideología de izquierda, el comunismo, es, hoy por hoy, lo que ha sido siempre: una utopía; quizá fue útil en algún momento de la historia, cuando las condiciones de los trabajadores eran infrahumanas (todavía hoy lo son en algunos lugares del mundo, hasta en Venezuela, donde el trabajador promedio duerme unas 5 horas, tiene que madrugar para llegar antes de las 8 al trabajo, usar u transporte público la más de las veces en pésimo estado, pasar 4 horas diarias metido en una cola para llegar al trabajo y retornar a su casa), pero hoy por hoy con los avances del derecho del trabajo y la seguridad social, estas tesis no son sino reminiscencias de una ideología caduca. Por ello, pienso que las tesis de izquierda deben revisarse. El caso Venezuela es un ejemplo vivo, en pleno siglo XXI, de lo que no debe hacerse en ningún país del mundo.

La redención social la debe buscar el estado no por la vía de quitarles a los ricos (una sociedad sin una clase alta ilustrada no funciona, esto es una verdad sin cortapisas que debe ser aceptada sin complejos de ningún tipo) para supuestamente darles a los pobres; la redención social debe buscarse con medidas antipáticas pero necesarias: Los impuestos. Los impuestos, y en especial el de la renta, es la fórmula mágica para equilibrar las sociedades en términos económicos. Todo ciudadano debe pagar impuestos, pero especialmente los que más tienen. El otro modo de redimir una sociedad es por la vía de la educación, el fácil acceso al crédito y al sistema de justicia.

Por todos esos argumentos y muchos otros que no vienen al caso mencionar en este artículo, me inclino sin complejos por políticas públicas racionales que provengan de una derecha civil moderada, o centro-derecha, como el caso de la España de José María Aznar y la Colombia de Álvaro Uribe, por ejemplo, aunque sin embargo, gobiernos de izquierda civilistas de línea también moderada con políticas públicas coherentes pueden llegar a ser modelos de eficacia y buen gobierno, tales como el caso del Brasil de Lula da Silva o el Chile de La Concertación y más específicamente de Michelle Bachelet, por ejemplo. Los extremos nunca son buenos.

jonathanplanchart@dialogopolitico.net

Escúchelo aquí:

2 opiniones en “DERECHA E IZQUIERDA, ¿CON QUE SE COME?”

  1. Jonatan Planchar lo que te vas a comer son 10 millones de votos, porque no te vas a vivir a estados unidos!

  2. Buenas tardes, quisiera felicitarle por su articulo. Venezuela necesita personas con ese pensamiento progresista, lastima que tenemos millones de izquierdistas por llamarlos de alguna manera que se niegan a soltar el poder con fraudes electorales y se niegan a abrir su mente en pro de un futuro propio, una economia solida, un legado y un camino ya trazado para sus hijos, siempre he pensado: Que seria de Venezuela si nunca hubiese sido presidente Chavez? Y me doy la respuesta en seguida, UNA POTENCIA MUNDIAL.
    Por mas que quiera a mi patria, me toca aceptar que el grado de atraso que estamos viviendo es algo inexplicable, y peor aun son los 7.5 millones de coños de madre!!!! Que se inclinan a esas ideologias de izquierdas, aunque ya es conocimiento de todos que para ser chavista solo hay que ser un resentido social.
    Orgullosamente me incluyo en este 49% de la sociedad que quiere un futuro mejor, que se el potencial que tengo, que amo al progimo y a mi pais, que estoy claro y con los pies bien parados sobre la tierra en que tengo que llegar a lograr las cosas con mi esfuerzo y tener mucho, alcanzar la felicidad total.. Solo yo tengo puedo lograr lo mio, solo tu puedes lograr lo tuyo..
    Te habla un joven abogado de centro derecha.

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