Por Jonathan Planchart Lehrmann
LA TESIS OFICIAL: LA CONSPIRACIÓN Y EL GOLPE DE ESTADO.
Fecha emblemática del devenir político moderno venezolano, ha servido para justificar posiciones de lado y lado. Desde el oficialismo se dice que ese día hubo una conspiración, orquestada desde los EE.UU. (El Imperio) a través de la CIA y la Embajada de los EE.UU. junto a los Medios de Comunicación Social (RCTV, Venevisión, Televén, El Nacional, El Universal, por supuesto Globovisión, etc.), así como la patronal venezolana Fedecámaras en una alianza inédita con la principal central obrera del país, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), algunos partidos políticos “de derecha”, militares y ONG´s; es decir, medio mundo estaría o habría estado comprometido con la Conspiración y posterior “Golpe de Estado”.
Desde esa singular perspectiva, los millones de venezolanos que empezaron a tomar las calles a partir del 23 de enero de ese mismo año -cuando en una inusitada invitación que se realizó para conmemorar los, para ese entonces 44 años de la caída de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, vieron incrédulos como se colmó la Avenida Bolívar de Caracas, en una suerte de catarsis opositora luego de casi 3 años desde el arribo al poder del “Comandante” Hugo Chávez, como Presidente de la ahora República “Bolivariana” de Venezuela- habrían resultado en una suerte de autómatas teledirigidos a control remoto desde las cámaras de televisión, a fin de salir a “marchar” en masa a las calles con el fin de “derrocar” la iniciática pseudo-dictadura castro-chavista en ciernes, y por lo tanto esos millones de venezolanos que por esa época colmaban las calles habrían sido vilmente utilizados por unos conspiradores totalmente carentes de ética y desprovistos de prejuicio alguno con el fin de lograr sus oscuros objetivos (creo que si se le preguntase a algún marchista del 2.002 en este sentido, le contestará que salió a las calles por convicción propia, y de seguro, si se hiciera una encuesta estoy prácticamente seguro que no encontraría arrepentimiento alguno en haber marchado en esa época, y menos el 11 de abril); así que a pesar que es una de las teorías favoritas que exponen en Venezolana de Televisión, Vea, y los medios oficiales de prensa para explicar los “hechos de abril”, yo pienso que esta tesis se cae por absurda, por pretender que los millones de venezolanos (no solo en Caracas) que por esas fechas salían en masa a protestar hayan sido “arrastrados” cual borregos al matadero, como si se tratara de una suerte de dóciles corderos o, peor aún, soldados entrenados para cumplir una orden, orden que en principio vendría en la siguiente secuencia de comandos: 1)Imperio (Departamento de Estado-CIA-Embajada americana), 2) Embajada americana-Fedecámaras-Medios de Comunicación-Militares Golpistas-Partidos de Derecha y 3) Los ejecutantes de la operación: Pueblo o Sociedad Civil fanatizada hasta la saciedad sin sentido o alguno, o como los definen sin rubor alguno en los medios oficiales “disociados”, término que significaría algo así como “divorciados” de la realidad, o el irónico mote de “escuálidos”.
Como esta tesis no convencería al chavista más recalcitrante, habría entonces que admitir que los millones de venezolanos que salieron a las calles ese 11 de abril y los días anteriores desde el 23 de enero de ese año, estarían necesariamente que haber estado comprometidos con la conspiración, y posterior Golpe de Estado. No hay otra, no queda de otra. Sin embargo, esta interpretación de la realidad de lo que habría sucedido ese día tampoco resulta del todo convincente. En lo personal, conozco mucha gente que marchó el 11 de abril y desconocían, así como también yo desconocía lo que iba a pasar ese día. Ese día, el 11 de abril, se sentía una energía “intensa” en la calle. No era cualquier marcha ni cualquier concentración, el pueblo que acudió a la cita que en principio se convocó a Chuao, frente lo que era un edificio de PDVSA (hoy sede de la UNEFA), no sabía exactamente a qué iba, pero una vez allí la gente misma pedía marchar “a Miraflores”, era la gente la que daba las órdenes, el pueblo rebasó las calles de tal manera que se salió el cordón de la misma hacia la autopista Francisco Fajardo, tomando los 2 canales, y cuando Carlos Ortega dijo para ir a Miraflores, en mi modo de ver este llamado fue tardío, ya mucha gente había emprendido marchar a Miraflores. Hay que ver la voluntad de ir desde Chuao hasta Miraflores. Varios kilómetros de gente de todas las edades, mujeres, abuelas, muchachos, jóvenes, adultos, armados con banderas, pitos y cacerolas a solicitar por enésima vez, la renuncia del Presidente de la República. Esto es lo único que pedían los marchistas, que el Presidente, por las buenas, dejara el poder.
EL DERECHO A LA PROTESTA COMO DELITO QUE AMERITA LA CONVOCATORIA DE BANDAS DE CHOQUE.
Ahora bien, protestar es un derecho constitucional, ¿Cuál es el problema con ir a exigir la renuncia de un mandatario frente al Palacio Presidencial de cualquier país del mundo? ¿Es que acaso en Venezuela protestar es un delito? ¿Pedir la renuncia del Jefe del Estado es un delito? O peor aún, ¿Pedir la renuncia del Presidente de Venezuela bajo manifestaciones (protestas al régimen) pacíficas (las marchas estaban integradas por ciudadanos desarmados) en las puertas del Palacio de Miraflores es un delito? Me parece que no, y si no lo es, ¿Cuál era el problema de dejar llegar la marcha hasta Miraflores? Acaso qué, iban a “asaltar” el Palacio una vez llegada la marcha allí? ¿Lo hubiese permitido Casa Militar o la Guardia de Honor? No lo creo, a menos que se hubiesen unido en tropel al sentimiento de los marchistas. Seguramente no habría llegado ni siquiera la mitad de los que habrían partido hacia allá desde Chuao y para hacer “vigilia” en esa zona hay que ser valiente.
De modo que la marcha no habría pasado de eso, una “marcha más”. El Presidente no interpretó o no quiso interpretar la lectura de las marchas, de las protestas. ¿Por qué el pueblo, o un sector del pueblo venezolano se lanzó a protestar de forma tan radical a protestar contra el gobierno en las calles por aquellos días? ¿Qué estaba ocurriendo en Venezuela antes del 11 de abril de 2.002?
ANTECEDENTES DEL 11-A
Para empezar, el venezolano empezó a experimentar algo a lo que no estaba acostumbrado: Cadenas de radio y televisión de forma inusitada y de manera frecuente, a veces varias en un solo día, muchas veces innecesarias, para hablar de política la mayoría, asaltaban nuestros televisores día a día; igualmente, ver al Presidente hablando en uniforme militar era algo que a muchos les provocaba repulsión, se empieza a oír que se estaba en una Revolución, algo que no aparece en la Constitución y por lo que nadie había votado, la forma grosera como se asaltó el Congreso por parte de la Asamblea Nacional Constituyente, un discurso de odio inédito promovido desde la más alta investidura presidencial golpeaba con fuerza los oídos de los venezolanos, la división maniquea de la sociedad estaba en plena marcha, las odas a Fidel Castro y su revolución empezaba a preocupar a muchos, así como visualizar a Cuba como el “mar de la felicidad”, el tener como ejemplo a esa Revolución y su líder, la preocupación cierta por la posible conversión del sistema político venezolano en una copia o semejanza del cubano, el temor a la posible instauración de un modelo comunista, la creación de los Círculos Bolivarianos a semejanza de los Comités de Defensa de la Revolución cubanas eran cosas que, incrédulamente, formaban parte de las preocupaciones (adicionales de las clásicas del alto costo de la vida, desempleo e inseguridad) del venezolano, y muchos de los que habían incluso votado por Chávez, en una gran proporción llegaron a preguntarse ¿Y qué le pasó a este señor? ¿Se volvió loco? Recordemos también que los partidos políticos estaban severamente golpeados por esos días, no había liderazgo, y toda esa conjunción de factores dio lugar a los primeros cacerolazos espontáneos, un año antes. Así empezaron las cosas. El miedo, que se estaba empezando a promover contra la oposición venezolana, los “escuálidos”, fue empezando a verse retado por la propia población con esos cacerolazos. Por supuesto, los canales de televisión y prensa, radio y televisión, decían y hacían lo que les daba la gana. Después de todo, una censura abierta no se conocía desde los tiempos de Pérez Jiménez, y a muchos propietarios de canales, empresarios al fin, no podría convenirles un gobierno de corte comunista, por lo que ellos mismos no llamaron a bajar la voz a sus periodistas, quizá habría habido algún estímulo.
Los mismos militares para esa época estaban preocupados. También gente que estaba con el chavismo de manera pública había dejado de serlo. Realmente había una preocupación por el giro que estaban tomando las cosas. Creo que en ese año nadie hubiese imaginado que, 9 años luego, el mismo presidente estaría sentado en la misma silla.
Ese cúmulo de de preocupaciones, rechazo, insatisfacción, preocupación, se encontró el 23 de enero de 2.002 y dio lugar a una oposición de calle ajena a partido político alguno, la cual se fue estructurando gracias sí a los Medios de Comunicación y los factores que empezaron a hacer resistencia al proyecto político que tenía (tiene) entre manos el Presidente, la CTV y Fedecámaras, en la cual habría personalidades variopintas, desde ex- militares, ex-constituyentistas, estudiantes, periodistas, abogados, incluso ex-golpistas se habían distanciado del Presidente y habían formado tolda aparte. Pues bien, la mesa estaba servida.
Públicamente se le hacían llamados al Presidente para que dejara su radicalismo, lo cual consistía básicamente en no encadenar para sus alocuciones de manera abusiva, no usar el uniforme y no hablar de revolución, porque él había sido votado para gobernar por 5 (6) años, y no para perpetuarse en el poder, y cesar su campaña de división del país en buenos (Revolucionarios, chavistas) y malos (Opositores, demócratas, escuálidos), y había también otra exigencia: Que echara para atrás un paquete de decretos-leyes que dictó de forma poco ortodoxa y sí muy autoritaria, que modificada de un puño buena parte de la arquitectura legal de la república, entre ellas algunos decretos-leyes muy sensibles y muy polémicos a la vez que afectaban los intereses de sectores muy puntuales de la vida económica venezolana. Sin embargo, la respuesta del presidente fue no retroceder.
LA REBELIÓN CIVIL Y LA ANUNCIADA RENUNCIA, “LA CUAL ACEPTÓ”.
Así las cosas, llegado en 11 de abril, los caraqueños nos preparamos para “otra marcha más”, sin embargo, esta se visualizaba ciertamente como dije antes, como distinta, impregnada de una energía especial. Paralelamente, de forma un tanto irresponsable, factores del gobierno decidieron convocar también una “concentración” en los alrededores de Miraflores, se visualizaba un “choque de trenes”, los marchistas pensaban con o sin razón que muchos de los chavistas apostados en las adyacencias de Miraflores estarían armados, aún así, la marcha prosiguió. Los que la veían por televisión los sorprendió a media tarde una cadena presidencial, a esa hora ya la marcha había llegado a la Av. Bolívar desarrollándose con total normalidad, siguió por la Baralt, los canales desafiaron la cadena partiendo en dos la pantalla de la T.V., luego pasó algo que nadie se esperó, certeros disparos de francotirador cegaron la vida de venezolanos, pro opositores y pro gobiernos por igual, se desató el terror, se desencadenaron la serie de hechos que todos conocemos (la presunta orden presidencial de activar el Plan Ávila, a lo cual se negaron a acatar algunos militares, lo que ocasionó un “quiebre” en el seno de los militares), y posteriormente el General trisoleado Lucas Rincón anuncia al país que al Presidente “se le solicitó la renuncia, la cual aceptó”.
En este punto tenemos un hecho clave, categórico, público y notorio; el Ministro de la Defensa le anuncia al país que el presidente, ante la solicitud de renuncia que por lo hechos suscitados el 11-A le había formulado (el Alto Mando Militar, se supone) la había aceptado. ¿Qué se supone que deba pensar la opinión pública nacional e internacional? Si bien una renuncia es un acto volitivo, voluntario, ante una situación así podría inferirse que el Presidente de buena fe la aceptó, como recomendación, como sugerencia, como sea, pero el hecho objetivo fue la renuncia del Presidente anunciada ante el país por el Ministro de Defensa ante las cámaras de televisión.
Cuando a un presidente fuerzas opositoras (civiles, militares) lo fuerzan a dimitir, por lo general pueden ocurrir dos cosas. O negocia una salida (garantía de su integridad personal así como la de su familia, funcionarios, integrantes del partido de gobierno, protección de sus bienes, dinero, etc.) o no negocia y no dimite. Tan sencillo como eso. Esa situación la hemos visto hoy en día de manera muy clara con los recientes casos de Túnez, Egipto y Libia. En los dos primeros casos, hubo salidas de mandatarios de forma negociada, presionados ante protestas populares, en el último caso, no, y ahí sigue Gadafi resistiendo la embestida de una insurrección civil armada, ahora ayudada por fuerzas extranjeras de la OTAN.
Pero en el caso de Chávez, el Presidente renunció. Aunque no lo hayamos visto ante las cámaras en persona anunciando su renuncia, o mostrado carta pública, más allá de si hubo o no conspiración para derrocarlo, el hecho cierto es que renunció. Y la renuncia tiene efectos jurídicos hacia el futuro claro, para empezar, el primero es que uno no se puede arrepentir luego. Anunciada la renuncia del Presidente de la República, según nuestra “recién aprobada” constitución lo que procedía era que se realizaran elecciones a los 30 día siguientes, y mientras tanto el Vicepresidente de la República ocupará el cargo, el cual deberá completar el período constitucional para el que había sido electo, si la renuncia o falta absoluta ocurriese dentro de los primeros cuatro años del período presidencial. Si mal no recuerdo, el vicepresidente en ese entonces era el Teniente Diosdado Cabello, ¿Y dónde estaba Diosdado Cabello en ese entonces? Es fácil entender ahora por qué el Tribunal Supremo de Justicia sentenció lo sucedido el 11-A como un “vacío de poder”. ¿Puede un Presidente, un Primer Ministro, un Ministro, un Magistrado, un funcionario público, jurídicamente hablando, retornar al poder nuevamente luego de haber renunciado?
EL VACÍO DE PODER
Ahora bien, ante un vacío de poder como en efecto se dio (recordemos a Tiburón 1 dando instrucciones por radio, luego solicitando un avión a Cuba, más la renuncia anunciada por el Ministro de la Defensa, y luego una Marisabel de Chávez, quien se había distanciado bastante de su marido, hoy felizmente divorciada, denunciando desesperadamente ante CNN que su esposo había sido víctima de un “secuestro”), lo procedente era que se encargara de las riendas del Estado, de manera provisional, una Junta de Gobierno, como en efecto ocurrió, que la haya presidido Pedro Carmona Estanga no tenía nada de raro, en todo caso era preferible un civil a un militar como cabeza visible de la junta, total, el Presidente de Fedecámaras jugó un rol decisivo en la rebelión civil que marchó ese día a Miraflores.
Me resisto a creer lo que algunas voces chavistas dicen, que la Policía Metropolitana actuó como punta de lanza del “Golpe de Estado”. Yo no creo esa tesis, se me hace difícil entender que un Golpe de Estado sea ejecutado por unos policías armados con revólveres y una que otra escopeta, junto a un rinoceronte y una turba manifiestamente desarmada. No, los Golpes de Estados los dan los militares, tomando con armas la sede de Gobierno, como iba a ocurrir el 4-F si el líder de los golpistas no se hubiese echado para atrás. Así son los clásicos golpes de estado.
Así las cosas, el Presidente retornó al poder, pasó factura de los opositores e “infiltrados” que había en su gobierno, se “procesó” y apresó a algunos policías que utiliza como chivos expiatorios del Golpe, debilitó la CTV y Fedecámaras, “depuró” las Fuerzas Armadas, creó una PDVSA roja-rojita, cerró RCTV, se autosilenció Venevisión, Televén y otros medios.
Lo que ocurrió el 13 de abril ya es motivo de otro estudio.
jonathanplanchart@dialogopolitico.net