Historia política reciente de la mayor isla de las Antillas, y del experimento que durante los últimos 50 años ha llevado en ella su único gobernante en estas últimas 5 décadas, el Dr. Fidel Castro Ruz.
Cuba es la mayor de las islas del Caribe. También es la cárcel más grande del mundo, con una población penitenciaria de aproximadamente 11 millones de habitantes, con barrotes y cercas transfigurados en playas y costas. También es el mayor laboratorio humano, en donde Castro ha venido ensayando el marxismo-leninismo durante los últimos 50 años, en su afanosa búsqueda del “hombre nuevo”, con resultados polémicos y cuestionables.
Cuba es un país, el cual penosamente para sus ciudadanos, no ha tenido la oportunidad de saborear la libertad. La isla, luego del dominio español pasó al dominio de los Estados Unidos, y no conoció la independencia sino hasta el año 1.902. Desde entonces se sucedieron diversos mandatarios como Tomás Estrada Palma (1.902-1.906), Charles Magoon –como administrador, nombrado por los EE.UU.- (1.906-1.909), José Miguel Gómez (1.909-1.913), Mario García Menocal (1.913-1.920), Alfredo Zayas (1.921-1.925), Gerardo Machado (1.925-1.933), Fulgencio Batista (1.933-1.934), entre 1.934 y 1.940 se sucedieron varios gobiernos inestables hasta que el 10 de octubre de 1.940 entra en vigor la Constitución de 1.940 redactada un año antes por la Asamblea Nacional Constituyente, donde convergieron todos los espectros políticos del país, siendo nuevamente Fulgencio Batista el primer Presidente de esta nueva etapa constitucional, sucediéndole Ramón Grau San Martín (1.944-1.948), Carlos Príos Socarrás (1.948-1.952) y nuevamente Fulgencio Batista por golpe de estado del 10 de marzo de 1.952, estableciendo una férrea dictadura militar hasta ser derrocado el 1º de enero de 1.959 por una revolución francamente heroica y romántica, encabezada por Ernesto “Ché” Guevara, y por supuesto un joven abogado, el Dr. Fidel Castro Ruz, quienes desde el exilio mexicano habría embarcado sus revolucionarios en el “Granma” con el fin de “liberar” la patria. Hoy, 51 años después, el mismo personaje se mantiene al frente del gobierno de la isla, delegando parcialmente su poder muy democráticamente en cabeza de su hermano Raúl Castro.
Una vez en el poder, exiliado el anterior Dictador, Castro gozó de una popularidad enorme entre sus conciudadanos y en el mundo en general, era visible que había una gran esperanza en la Revolución, a las preguntas de la prensa negaba que fuera comunista; sin embargo, al poco tiempo empieza una cacería de brujas pertinaz: Persigue a sus opositores, cárcel, destierro, ejecuciones sumarias, deportaciones masivas, cae en los mismo excesos y peores que los de Fulgencio Batista; se declara marxista-leninista (cuestión que casualmente también acaba de hacer un teniente coronel tropical, quien casualmente también negaba anteriormante su condición de comunista), abole los derechos de propiedad, confisca tierras, empresas, arma un estado policial, se declara asimismo “antiimperialista”, entre otras menudencias. Se aferra al poder como ningún otro gobernante en la historia reciente de la humanidad. Su grandísimo ego y su incapacidad de autocrítica le ciegan los ojos, lleva a Cuba y los cubanos a la ruina, al desastre económico.
Paradójicamente logra crear un sistema de salud y educación (y deportivo) que llegaron a ser la envidia de muchos países occidentales, pero a un costo muy alto para el pueblo cubano. En Cuba nadie es dueño de nada, el Estado es dueño de todo. La inviabilidad de la economía cubana ha sobrevivido gracias a la eterna ayuda que tuvo de sus aliados soviéticos. Cuando se derrumba la U.R.S.S., el Dr. Castro apela al turismo, ofreciendo condiciones ventajosas a grupos españoles principalmente para la construcción de fastuosos hoteles en sus paradisíacas playas, hoteles a los cuales los cubanos solo podían visitarlos en calidad de empleados.
La infraestructura de la isla es lamentable. Las casas y edificios en ruina son la norma. Es común ver transitar carros de los años 50 y 60. Los cubanos no pueden comprar lo que desean sino lo que les permite la Libreta de Racionamiento, la escasez es la norma. No hay prensa libre, a los opositores se les llama “gusanos” desde el alto gobierno (cosa que en Venezuela equivaldría al mote “escuálido”), en los barrios existen grupos parapoliciales llamados C.D.R (Comités de Defensa de la Revolución), que no son más que sapos tarifados al servicio del gobierno, que mantienen vigilados y “a raya” a la población. El sueldo del cubano es miserable, no hay forma de escalar posiciones, a menos que seas miembro del Partido Comunista de Cuba, donde en sus altas esferas sí gozan de los más obscenos privilegios.
El Dr. Castro, incluso incitó al mundo hacia una grave conflagración nuclear, al permitir la colocación de misiles soviéticos con ojivas nucleares en territorio cubano, incitando al propio Nikita Krushev a la provocación americana, cuestión que de manera diplomática pudieron resolvieron Kennedy y el líder soviético, la tristemente célebre “Crisis de los Misiles”.
Con un legado de miseria y ruina en su haber, el Dr. Castro asombrosamente sigue en el poder, y de manera impensable hasta hace unos 10 años, está logrando regar su pérfido sistema en América Latina, de la mano de un irresponsable teniente coronel, de un indígena cocalero y un presunto violador centroamericano. Todos ellos desean copiar la misma fórmula, todos ellos desean fosilizarse en el poder. Hay un dicho que dice que cuando veas arder las barbas de tu vecino, pon las tuyas en remojo. Así es la isla atrofiada y atrasada del barbudo Dr. Castro, una experimento, una cárcel, un lugar donde nadie en su sano juicio quisiera vivir, donde el resultado es simplemente ese “hombre nuevo” que perdió su condición de ciudadano, cuya opinión no cuenta para el estado, que perdió su libertad, el cual en resumidas cuentas no es más que un esclavo moderno.