VIERNES «ROJO»



Por Jonathan Planchart Lehrmann

El pasado viernes 8 de enero de 2.010, el líder de la revolución socialista del siglo XXI que desde hace casi 11 años gobierna Venezuela, un pequeño estado ubicado al norte de suramérica, conocido en el mundo por sus dos principales productos de exportación, petróleo y reinas de belleza, reeditó de manera inédita a su manera -y utilizo la expresión inédita porque no se encadenó en su alucución que llevó a cabo por el canal del Estado- aquél célebre por lo nefasto Viernes Negro del copeyano gobierno de Luis Herrera, tomando una decisión bastante propia de un gobernante neoliberal del pasado cuartorrepublicano que tanto critica, y que seguramente hará mella en el bolsillo de los venezolanos más pobres y de la clase media: Devaluó el signo monetario en un 100 % con respecto al dólar.

Este lunes los venezolanos amaneceremos con los ahorros reducidos a la mitad, y no solo los ahorros, también la capacidad de compra del bolívar «fuerte» quedará mermada de un plumazo a la mitad de su valor. Esta decisión se toma en un escenario de franca estanflación, el cáncer de las economías, que no es otra cosa que la combinación de recesión (caída del P.I.B. sostenida durante más de dos trimestres consecutivos, lo cual provoca, entre otras cosas, desempleo y cierre de empresas), más inflación (aumento sostenido del precio promedio de los productos de una cesta de bienes determinada, o lo que es o mismo, alza general de precios, que, según los conservadores datos del Banco Central de Venezuela fue de 25 % el pasado año 2.009). Medida más inoportuna e impertinente imposible. La receta para el desastre. Un escalón más en la escalera de la debacle económica que desde hace unos cuantos meses, por desidia o insensatez, azota Venezuela, que se estaba recuperando de una «mini crisis financiera», un cerco eléctrico, una contracción del PIB que anda en terrenos negativos, y un cierre de año con 25 % de inflación.

Desde su estreno, hace casi 2 años, el bolívar fuerte ha perdido, solo por concepto de inflación, un 55 % de su valor (25 % de la inflación de este año más 30 % de la del año pasado), es decir, que su bolívar fuerte de hace 2 años vale hoy un real, y si le sumamos la devaluación pues resulta que hoy vale 25 céntimos. En tan solo dos años el gobierno ha pulverizado el valor del novísimo y fuerte signo monetario a una cuarta parte del valor que tenía en 2.008. Esta situación solo podría en teoría beneficiar a un sector de la población, los temibles «oligarcas», los que tienen ahorros en dólares o en euros, cuestión que no es accesible a la mayoría del pueblo venezolano, que continúa inexorable su tasa de empobrecimiento «a paso de vencedores».

Ahora, conviene preguntarse por qué un gobierno que se dice antineoliberal, socialista y revolucionario, habiendo tenido un gran flujo de dólares sostenido durante por lo menos los últimos 6 años, con el petróleo actualmente a 70 $/barril, con las reservas internacionales en unos cómodos US$ 32.000.000.000, se ve «obligado» a devaluar la moneda (cosa que tampoco es primera vez que lo hace, recoredemos que el dólar estaba aproximadamente en Bs 750 para el momento en que los que hoy gobiernan tomaron el gobierno hace casi 11 años), y no solo devaluarla sino de un modo salvaje, el doble, de 2,15 a 4,30, exactamente el 100 %. ¿Qué obedece semejante medida económica?

Cuando se elaboró el presupuesto del año 2.010, presupuesto que por lo demás incrementó considereblemente el del año anterior, se usó como referencia un barril a 40 $ y un dólar a 2,15. ¿A dónde van a parar los excedentes producto de la devalución, equivalente a otro presupuesto del año 2.010? Esta debe se la gran pregunta.

A todas luces la medida es insensata y disparatada por donde quiera que se le vea. No hay explicación lógica sino: más corrupción. Es que no hay otra. Porque por mucho que sea un año electoral tampoco es que el gobierno se vaya a gastar un presupuesto completo en unas elecciones, no va a ser para pagar sueldos y salarios porque ya todo eso estaba presupuestado en la Ley de Presupuesto 2.010. Con otro problema adicional, el excedente de bolívares producto de la devaluación presionará aún más la inflación, toda vez que va a haber en circulación dinero inorgánico. Un círculo vicioso. Cuesta trabajo oír a Giordani explicar que la «devaluación era para hacer más competitivas las exportaciones venezolanas»… ¿De qué exportaciones habla si aquí se han dado a la tarea en 10 años de desmantelar el frágil aparato productivo venezolano, a la vez que han espantado a empresas que anteriormente han estado radicado acá y no fomentan un clima propicio para las inversiones, ni foráneas ni locales? Por eso, de cuáles exportaciones habla Giordani si sabemos que los únicos productos de exportación venezolano son el petróleo y las misses (y antes las telenovelas, pero desde el cierre de RCTV, la producción nacional de ese género ha descendido considerablemente).

Señores que nos (des)gobiernan, por favor, no sean tan cínicos e insensatos. Esta medida solo va a traer pobreza y más pobreza, ningún gobierno anterior ha devaluado en un 100 % de un solo golpe la moneda. Si lo que se quiere es sincerar el precio del dólar y favorecer las exportaciones de productos no tradicionales se debe empezar por una política que favorezca las inversiones (invertir trae consigo riesgo), que minimice ese riesgo traducido en reglas de juego claras, respeto al derecho de propiedad, combate efectivo a la delincuencia (nadie invierte en un país donde no se respeta el derecho a la vida), cuestión que debe planificarse, y entonces haber tomado la voluntad no de devaluar sino desanclar el control de cambio (ahora conviven 3 tipos de dólar, a 2,60, a 4,30 y el paralelo o permuta). Una medida así hubiese provocado interés de parte de los inversionistas. Sin embargo, subsiste el perverso mecanismo de control institucionalizado en CADIVI, con todas las corruptelas que fomenta este sistema.

La única receta para salir adelante es:
1) Seguridad Jurídica (Reglas de juego claras que respeten entre otras cosas el derecho de propiedad, única garantía real que tiene el inversor foráneo o local)
2) Para que haya inversión no es necesario desanclar el control de cambio pero sí es conveniente que haya un clima en donde exista la libre circulación de dinero y bienes
3) La inversión estimula el ahorro y el empleo a la vez que se traduce en aportes importantes por la vía de impuestos al gobierno
4) El empleo digno y bien remunerado incentiva la producción de bienes que pueden ser vendidos en el exterior y producen divisas

Lamentablemente, los que nos (des)gobiernan hacen todo lo contrario.

jonathanplanchart@dialogopolitico.net

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